De una manera más o menos despreocupada muchas veces buscamos en los medios de comunicación motivos para curiosear o simplemente por entretenernos.
Esa búsqueda puede resultar interesante y muchas veces puede derivar en cuestiones muy atractivas que verdaderamente llamen nuestra atención y nos centremos ellas.
De esta manera un día tras otro vamos incorporando esos motivos de atracción en algo que termina formando parte de nuestra vida, sin advertir los riesgos que estamos corriendo.
¿Por qué razón que corremos riesgos con estas búsquedas? Por la poderosa razón que en la mayoría de los casos todo lo que nos resulta atractivo, no es bueno para nuestra vida.
Por eso debemos preocuparnos cuando advertimos que estamos viviendo una situación parecida, porque el hombre siempre tiene la errónea certeza de que es capaz de controlar determinadas situaciones.
Esto ocurre en muchos campos de nuestra vida y todos tenemos una experiencia más o menos próxima, para aceptar que esta afirmación tiene sólidos fundamentos.
Nunca confiemos en nuestra capacidad para abandonar determinados hábitos que fuimos creando dando libertad a nuestra curiosidad, creyendo que siempre estamos en control de la situación.
No seamos juguetes del enemigo que se complace ante personas que curiosean frívolamente y cambiemos drásticamente el sentido de nuestra vida. La Palabra de Dios debe ocupar el lugar de las atracciones peligrosas.
Proverbios 14:16
Diego Acosta García