Si hay algo de arrogante en las expresiones que son notorias en el mundo, probablemente las más grandilocuentes sean las de los científicos que investigan en distintas áreas de la tierra y el universo.
Cada tanto buscan sorprendernos y a veces lo consiguen, con teorías tan asombrosas como incomprobables, que terminan demostrando supuestamente la gran capacidad de sus descubridores.
Haciendo un simple ejercicio de memoria podremos comprobar, cuántas veces aquellos descubrimientos notables que nos anunciaron, luego fueron desmentidos por sus propios autores.
Por qué ocurre esto? Simplemente por la arrogancia de los hombres que confían en su inteligencia, en su capacidad y en los medios que cuentan para resolver los grandes interrogantes de la Creación.
Asombra que frente a la incalculable magnitud del universo, los científicos todavía sigan negando la posibilidad de que haya sido creado y siguen aferrados a aquel ruido original que proclaman.
Es importante advertir que no son solamente los científicos los que obran con arrogancia. También el resto de los mortales tenemos comportamientos parecidos, en la exaltación del hombre.
Que bueno sería que admitiéramos nuestra pequeñez para que desde ese punto de partida, fuéramos capaces de investigar en el universo general y en el personal. Y entonces descubrir que tenemos un Grandioso Creador.
Génesis 1:1
Diego Acosta García