ESCUDRIÑAR
Poncio Pilato nació en una familia rica del centro de Italia y pertenecía a la orden ecuestre que era el segundo nivel desde lo alto de la pirámide social romana.
Este grupo era el utilizado para compensar el poder de la aristocracia del Senado y tras las interminables guerras internas, los nuevos ricos tuvieron oportunidades de progresar en el imperio.
Pilato fue el quinto gobernador de Palestina, entre los años 26 al 36 y su larga permanencia en el cargo se habría debido a la complacencia que el emperador Tiberio sobre su gestión.
Era Prefecto y residía en Cesárea y ante los historiadores judíos su figura es la de un corrupto, violento y codicioso. Los cristianos lo presentaron durante siglos como el hombre que condenó a Jesús en contra de sus convicciones.
Cuando Pilato se instaló en Jerusalén para mantener el orden en la celebración de la Pascua, Caifás el líder del concilio judío le planteó el caso de Jesús, que podía ser considerado como de alta traición por su peligrosidad para el imperio romano.
Anás detuvo al Hijo del Hombre y luego de interrogarlo lo envió ante su suegro Caifás y este finalmente lo presentó a Pilato. Los evangelios narran como el gobernador ante la afirmación de los judíos que no tenían más rey que César, ordenó que lo crucificaran.
Recordamos Juan 19:21-22 Dijeron a Pilato los principales sacerdotes de los judíos: No escribas: Rey de los judíos; sino, que él dijo: Soy Rey de los judíos. 22 Respondió Pilato: Lo que he escrito, he escrito.
Con la muerte y Resurrección de Jesús se cumplieron las profecías bíblicas y el Reina en el Trono de la Gloria, junto a Dios Padre. El gobernador quedó en la memoria según lo registra Mateo en 27:24: Viendo Pilato que nada adelantaba, sino que se hacía más alboroto, tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este justo; allá vosotros.
Diego Acosta