Hay momentos en los que podemos llegar apensar que estamos en condiciones de enseñar porque todo lo que debíamos haber aprendido, ya lo sabemos.
Podríamos decir que estamos frente a una especie de soberbia intelectual en la que nos concedemos un grado de autoridad, que nadie nos ha concedido pero que creemos que es absolutamente merecido.
Esta actitud nos inhibe frente a lo podríamos llamar el crecimiento personal, porque creemos que ya estamos en condiciones de afrontar todos los requerimientos que se nos presenten.
Verdaderamente podemos decir que ya lo sabemos todo? Verdaderamente podemos decir que estamos por encima de los demás por nuestro nivel de conocimientos?
Todo induce a pensar que la respuesta es negativa y que las preguntas pueden revelar el alto grado de soberbia y vanidad que está imperando en nuestra vida.
Si trasladamos la cuestión al mundo espiritual todo se complica y se agranda de una manera inimaginable, porque nos estaríamos atribuyendo un nivel de sabiduría que es imposible de alcanzar a los hombres.
Acerquémonos al Señor, abandonemos la soberbia de sentirnos sabios y pidamos al Espíritu que nos ayude a seguir creciendo, que nos ayude a estudiar aquellas cosas profundas que todavía ignoramos.
Salmos 119:66
Diego Acosta García