DEVOCIONAL
Si algo tenemos los seres humanos, es una notable capacidad para reaccionar ante cualquier forma de ofensa, que nos afecte en relación con aquello que nos creemos que somos.
Me incluyo entre quienes tenemos esa capacidad que aflora ante la menor circunstancia que la provoque y también en la rapidez con la que soy capaz de imaginar una respuesta adecuada.
En esta forma de obrar, me estoy olvidando de varias cuestiones fundamentales. Hay alguien que como hombre haya sido más ofendido que Jesús?
Cuál fue su reacción? Ninguna.
Si ÉL siendo quién era no esgrimió ninguna defensa ante las ofensas injustificadas, por que yo sí me creo con el derecho de reaccionar airadamente?
Por qué no sigo el Ejemplo maravilloso de Jesús?
Sencillamente porque ÉL era manso y humilde, como nadie lo ha sido y lo será. Que bueno resultaría para mi vida, sí mínimamente tuviera esa actitud ante el ofensor y lo perdonara.
Habría guardado mi corazón y hubiera abortado la terrible semilla de la amargura y el rencor.
Marcos 11:25
Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas.
Diego Acosta / Neide Ferreira