En una clase de estudio bíblico preguntamos acerca de Jesús, pidiendo que cada uno de los participantes dijera con brevedad lo que sabía de Él y que lo explicara con sencillez.
Para nuestra enorme sorpresa las respuestas no solamente fueron breves y extremadamente sencillas, sino que se repitieron una y otra vez sin mayores variantes.
Esto nos hizo reflexionar acerca de una cuestión: Qué se había enseñado con anterioridad a los participantes del estudio bíblico sobre Jesús? Con gran cuidado buscamos las respuestas.
La mayoría se limitaron a decir que lo que habían expuesto era lo que sabían porque no se les había enseñado más. Preguntamos: Y no se les ha ocurrido profundizar sobre Jesús?
La respuesta fue que creen en Él, que es el Salvador y poco más. Frente a esta realidad oramos y resolvimos dedicar todos los estudios durante un año, a hablar de Jesús.
Apartamos de nuestra mente muchas ideas relacionadas con el tiempo que habían perdido estos hermanos, pero agradecimos el haber podido saber esta falta de conocimiento, para tratar de remediarlo.
El Espíritu Santo nos guió durante ese año para poder llevar hasta los hermanos el conocimiento sobre Jesús, para transformarlo en una realidad viva y eficaz en la vida de cada uno de nosotros.
Mateo 21:42
Diego Acosta García