Todos sabemos del peligro de las armas porque son las que se utilizan en las guerras y también en los enfrentamientos entre los hombres cuando sus intereses los separan.
La Palabra de Dios nos advierte contra el uso de las armas de una manera explícita y también nos advierte acerca de nuestras intenciones cuando hablamos mal de una persona.
Este caso es más grave aún cuando además de hablar mal, empleamos argumentos que están reñidos con la verdad y entonces se convierte en falso testimonio.
Por qué somos advertidos sobre esta cuestión? Por su indudable peligro para la vida de las personas. Así como las armas lo son para el cuerpo, el falso testimonio es malo para la dignidad de cada uno.
En realidad se trata de la unión de una falsedad que ha sido elaborada por nuestra mente para causar daño, junto con el testimonio. Es decir hemos utilizado la premeditación para hacer el mal.
Con esa herramienta que hemos creado hablamos mal del prójimo, sobre el que la mayoría de las personas no tienen razones para dudar porque se trata de eso, de un testimonio, de nuestro testimonio.
Obrando de esta manera es como si usáramos un arma! La Biblia nos manda ser pacificadores no agresores. El falso testimonio es una indignidad que finalmente se volverá contra nosotros mismos!
Proverbios 25:18
Diego Acosta García