SÉPTIMO MILENIO: LA MALDICIÓN DE HALLOWEEN

Vivimos en un mundo atrapante por su frivolidad y sobre todo por la ligereza con la que se tratan determinados temas, con lo que se hace más “llevadera” la vida.
Nada es excesivamente objetable ni nada en consecuencia es objetable hasta sus últimas consecuencias. Por lo tanto las conductas no llegan a ser juzgadas, porque en todo caso son “comprendidas”Pr23oc13
Esta complicidad para el “buen vivir” incluye, lamentablemente, a muchos creyentes que son a su vez quienes frecuentan las iglesias donde se predican en términos “amables” sin la rotundidad que debe reclamarse.
Pasamos a formar parte de una especie de círculo vicioso perverso, donde todo está más o menos permitido y donde todo está más o menos comprendido.
La santidad parece una cuestión de “extremistas” y “radicales”, olvidando que entre ellos se podrían incluir los nombres de Jesús, Pablo, Pedro, Isaías o Jeremías, entre otros.
Muchos creyentes piensan que por ejemplo lo de Halloween se ha sacado totalmente de contexto y que no pasa de ser una “celebración” más de la que es bueno participar porque tiene su cuota de morbosidad.
No importa lo que verdaderamente signifique la cuestión de los espíritus de los muertos y tampoco es necesario traer a colación lo que la Biblia nos prohíbe con relación a ellos.
Creemos que podemos juguetear con cuestiones tan serias como lo puede ser la propia vida. O acaso no estaba en juego la vida de los niños en el día 31 de Octubre?
Meditemos sin caer en excesos de ningún tipo. Analicemos y repensemos nuestras actitudes.Ezequiel en dos tramos de su libro habla del Atalaya que debe cumplir su misión de advertir y de avisar del peligro.
Será que ese pasaje no tiene nada que ver con nuestros días? Si esto fuera así, tampoco deberíamos de tener en cuenta las Promesas en las que sí creemos.
Si aceptamos la Palabra de Dios debemos aceptarla en su totalidad, no en aquellos tramos que nos gustan y desechando aquellos que por su supuesta severidad afectan nuestro modo de vivir.
Simple y radicalmente digamos NO a Halloween.

Diego Acosta García
www.septimomilenio.com

Deja una respuesta