SUPERIORES?


Tal vez nos cueste admitir que muchas veces nos sentimos superiores al resto de las personas, cuando recordamos que somos evangélicos y más que eso: hijos de Dios.

Por eso asumimos posturas de una cierta soberbia ante quienes se debaten en las mismas dudas, que antes de ser salvos, nosotros también nos debatíamos.

O cuando juzgamos con severidad a quienes viven según los dictados del mundo, olvidando cuántos años nosotros mismos vivimos de la misma manera, o peor aún.

Con qué facilidad nos olvidamos de quienes éramos, de lo que hacíamos, de lo que pensábamos y de la forma en que obrabámos, en este mundo con normas de naufragio: Sálvese quién pueda…

Puede que pensemos, tomando una actitud defensiva, que en realidad la cuestión no es para tanto y que se trata de una exageración de cosas que suelen ocurrir.

Por qué nos justificamos entonces? Es evidente que lo hacemos para tratar de aliviar la carga de nuestra conciencia que nos reclama cuando obramos diferente de lo que hablamos.

Considerarnos superiores a los demás es un pésimo testimonio acerca de nuestra condición de creyentes, porque deberíamos obrar como lo que somos: Dispuestos a servir, sin considerarnos superiores a nadie!

Revisar nuestras actitudes será una manera de reflejar que también tenemos renovado nuestro interior y que verdaderamente somos hombres y mujeres nacidos de nuevo con Jesús.

Juan 3:3
Diego Acosta García
Música: Neide Ferreira

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