Hasta hace un tiempo para mencionar la situación en la que un hombre y una mujer viven juntos sin estar casados, se utilizaba una palabra bíblica que progresivamente se fue abandonando.
El mundo la cambió por otras que están envueltas en una imagen de modernismo, progresismo o de moda, sin caer en el supuesto anacronismo del matrimonio.
Estamos utilizando ahora palabras como compañero, novio, amigo, pareja, que simbolizan una forma de unión que también supuestamente es una nueva mentalidad superadora de las antiguedades del pasado.
Frente a esto podemos llegar a algunas conclusiones. Que hay quienes estamos desfasados con relación a los tiempos que corren o que es necesario recuperar los valores verdaderos.
Tanto en uno como en el otro caso, el margen para opinar es muy grande, pero si lo confrontamos con la Palabra de Dios, todo se simplifica.
Dios instituyó el matrimonio como la forma superior de relación entre un hombre y una mujer y como el marco adecuado para que se pudiera constituir una familia.
Por tanto se trata de establecer un pacto, que frente a la adversidad de determinadas situaciones, debe ser defendido y no abandonado con rapidez y alevosía.
En eso consiste lo que Dios estableció para los hombres y las mujeres. Todo lo demás es un sustituto, que ni siquiera es válido para calmar las conciencias.
Hechos 13:4
Diego Acosta García
Música: Neide Ferreira
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