En estos días el Pueblo de la Promesa recuerda el triunfo sobre los herederos del reino heleno, que eran los sirios. En este caso sobre las fuerzas del rey Antíoco IV Epifanes.
Este hecho se corresponde también con otro de gran relevancia: Gracias a esa victoria el Templo que había sido profanado con el dios griego Zeuz, pudo ser nuevamente consagrado a Jehová.
Esto también permitió que se pudiera estudiar la Torah en forma pública. Además se pudo recuperar el Shabbat, que es la representación del Pacto entre Dios y los hombres.
La reconquista del Templo por los macabeos estuvo acompañada por un milagro: En el candeladro que se encontró, solamente había aceite para tenerlo encendido durante un día… pero duró ocho!
La Fiesta de las Luces está llena de simbología. Pero si la adaptamos a nuestro tiempo, podríamos de Hanuká que deseamos que con la luz del candeladro podamos ver la Verdad y distinguirla de cualquier forma de engaño.
Estamos en tiempos donde todo adquiere especial significado. La fiesta de Hanuká o Fiesta de las Luces, debe ayudarnos a comprender la necesidad de la santidad y de acercanos cada vez más a Dios.
Diego Acosta