El que trabaja para engrandecerse es posible que logre conseguir sus propósitos, que serán el fruto de su propia autocomplacencia, de su propia vanidad.
Por tanto es importante saber para qué trabajamos, que es lo que buscamos con nuestros esfuerzos y cuando podamos contestarnos podremos analizar el fin último de nuestro afán.
La Palabra de Dios nos advierte seriamente acerca de todo esto, porque en el mundo podremos encontrar ejemplos de personas que trabajaron toda su vida, solamente por engrandecerse.
Y que fue de sus frutos? Un día llegará en que otros disfrutarán de sus afanes e incluso de tantos éxitos. Entonces nos podremos preguntar: Cuál es la medida de nuestros esfuerzos?
Quizás en ese momento cuando el que se va nada se puede llevar, es cuando podamos reflexionar acerca de la naturaleza de nuestro empeño y el fin último que perseguíamos.
Si nuestro fin fue solo engrandecernos, mal camino llevamos. Si no le damos un propósito generoso a nestro esfuerzo caeremos simplemente en la vana-gloria.
Habremos dejado pasar grandes oportunidades de ser útiles a personas que si podrían haberse beneficiado de nuestra grandeza, si hubiéramos sido capaces de ser humildes.
Las riquezas como fin último solamente revelan la magnitud de la necedad humana. Las riquezas cuando se aplican a ayudar a los que precisan, tornan lo necio en sabiduría.
Proverbios 16:26-27
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira