Las situaciones difíciles que enfrentamos los hombres y las mujeres a lo largo de nuestra vida pueden asemejarse metafóricamente hablando con desiertos, hornos, calvarios o imágenes que trasunten sufrimientos, angustias importantes.
También quienes somos creyentes pasamos por situaciones que tienen mucho de parecido con lo expuesto, con la certeza de que siempre contaremos con la manodel Todopoderoso que obrará a nuestro favor.
Esta es la gran diferencia entre las personas del mundo y quienes nos llamamos hijos de Dios. En el mundo pensamos que somos autosuficientes y como creyentes, sabemos que somos dependientes de nuestro Soberano.
En esa ambivalencia nos movemos, cambiando como muchas veces oscila nuestra propia fe, pasando de la euforia más radicalizada a la desazón más profunda, que es cuando llegamos a pensar que el Señor nos ha olvidado.
Si permaneciéramos firmes y perseverantes en la búsqueda de conocimiento de la Palabra de Dios, evitaríamos esos bruscos cambios tan perniciosos para nuestra condición de cristianos y también para nuesto testimonio.
Recordamos a Daniel y sus compañeros que cuando se vieron enfrentados a una gran prueba, como podría haber sido el caso del horno, la asumieron con determinación porque confiaban que el Eterno no los desampararía y cumpliría lo prometido.
La firmeza del profeta y quienes estaban con él provenía de la certeza que tenían de haber sido fieles a su Dios y por tanto, confiaban en su respaldo en la hora de la adversidad. No desfallezcamos aunque delante nuestro tengamos un horno con capacidad para hacernos desaparecer.
Daniel 3:17
Devocional: Diego Acosta
Música: Neide Ferreira
www.septimomilenio.com
Edición: Davi Blumenthal
PactoNuevo – http://www.pactonuevo.org