Pocas cosas pueden alegrar tanto nuestra vida como ver a un niño orando ante el Señor!
Pocas cosas hablan mejor de los padres que ver a su hijo entregado a la relación personal con Jesús. Tal vez sea la obra mayor que los padres puedan realizar con sus hijos: Guiarlos para que sean capaces de establecer esa relación.
Un niño que ora es una llama poderosa que está encendida y que será una guía para el futuro. Un niño que adora al Señor asegura su futuro y el de su familia sirviendo al Eterno, que es la razón suprema para vivir.
Hemos visto a una niña viviendo en la más absoluta modestia y sin embargo lleno de alegría porque cantaba para el Señor. Ese niño nos inundó el corazón del Gozo que solamente un momento como ese puede provocar.
Esa niña no especulaba para que los demás lo vieran, ni oraba para que supieran que era piadoso, ni se entregaba para mostrar su Amor. Hacía todo con la sencillez con la que obran los pequeños y por eso se acercan al corazón del Señor.
Gloria a Dios por los niños que lo alaban!
Pensemos en ellos y ayudemos a sus padres a fortalecerse en la fe, para que los puedan guiar con Sabiduría a la juventud y a la madurez.
Oremos por los padres de los niños que oran! Oremos por el Reino del Señor!
Salmo 127:3
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira