La Biblia es una grandiosa fuente de Sabiduría y también una maravillosa fuente de advertencias. Lo importante es tener la capacidad para aprender de su Sabiduría y a tener la sensatez ante de lo que se nos previene.
Si buscamos ser sabios en la Palabra de Dios, seremos también capaces de tomar en cuenta todas las veces que se nos advierte de los peligros que corremos o de los riesgos que suponen algunas de nuestras actitudes.
Esto cobra especial importancia en dos momentos cruciales en la vida de cada uno de nosotros. Uno de ellos es cuando nos sorprende un gran dolor y podemos reaccionar equivocadamente contra Dios.
El otro momento quizás sea más peligroso todavía, porque en el tiempo de la euforia nos podemos creer que estamos en capacidad de ignorar al propio Dios. En los dos casos el enemigo obra con astucia y habla a nuestro corazón.
Si estamos apesadumbrados, la culpa será del Supremo y si estamos eufóricos, ya no precisamos de Él, porque somos tan superiores como el éxito que fuimos capaces de lograr. Por eso somos advertidos.
Especialmente cuando estamos viviendo esos momentos en los que el enemigo nos puede convencer que todo lo logramos por nuestros méritos, por nuestro esfuerzo, por nuestra capacidad, por el talento que supimos desarrollar.
En ese tiempo es cuando nos volvemos más vulnerables, porque los halagos que recibimos y la envidia que despertamos nos pueden convencer de cosas que no son reales, porque siempre estamos dependiendo de la Soberana Voluntad del Señor.
1 Corintios 10:11-12
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira