Casi nunca dejamos de sorprendernos del fenómeno de la espuma, como ocupa un lugar y se manifiesta de una manera exuberante y luego de que desaparece queda muy poco y nada de lo que creíamos que había.
Del mismo modo, la espuma sigue siendo atractiva en cualquier circunstancia y atrapa nuestra atención porque parece multiplicarse indefinidamente. Incluso cuando es mucha, puede llegar a derramarse.
Por todas estas razones cuando hablamos de la espuma, nos estamos refiriendo a algo tan vano como inútil, porque luego del espectáculo de la espuma, es muy poco lo que queda y mucho lo que se ha aparentado mostrar.
La vida de muchos de nosotros tiene mucho de espuma. Grandes manifestaciones de fe, muchas exhibiciones para que se nos vea y dolorosamente muy pocos fundamentos que respalden lo que mostramos.
Esto es exactamente lo opuesto a lo que hizo Jesús. Muchos esperaban que fuera un soberano victorioso y se presentó como un humilde siervo sufriente. La corte que los reyes suelen tener, en su caso era muy diferente.
No eran ni los ricos ni los encumbrados quienes lo seguían. Eran los pobres y los desheredados de la tierra, los que nada tenían y mucho precisaban, los que clamaban y nadie los escuchaba, esos eran los suyos.
No vivamos como en la espuma, no exhibamos nuestros afanes de notoriedad, no seamos protagonistas de fingimientos. Busquemos que las enseñanzas de Jesús nos conviertan en ejemplos para otros.
Recordemos que la espuma se desvanece y que la fe permanece firme en la Roca!
2 Samuel 22:31-33
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira