Tal vez haciendo un sencillo ejercicio de memoria, podamos recordar cuantas veces tuvimos problemas con nuestros hermanos o nuestros amiguitos, por discutir sobre una porción mayor.
Nunca aceptamos y seguramente aceptaremos una porción menor de nada, con relación a quién se encuentre a nuestro lado. No es solo una cuestión de cantidad, sino que supone una cuestión de orgullo que nuestra porción sea menor.
Hemos crecido con la cultura de luchar por nuestra porción!
Esto, es bueno o es malo? Ni bueno ni malo, sencillamente no es bíblico.
Jesús vino al mundo a predicar el mensaje del Reino y su Justicia y del amor. Dos nuevos mandamientos que suponen también una renovación en nuestra forma de pensar, de obrar y de comportarnos con nuestro prójimo.
El Hijo de Dios pudiendo pedir todo, nunca pidió nada. Nunca reclamó su porción, sino que hizo todo lo contrario. De lo que tenía dio con generosidad infinita, que es otra manera de explicar su sacrificio en la cruz.
La cuestión es entender que si la lucha por la porción, supone que alguien pueda quedarse sin siquiera una pequeña parte, debemos abandonar de inmediato esa lucha. Por defender lo nuestro no podemos dejar a uno más débil sin lo suyo.
La porción está indisolublemente ligada con el mandamiento establecido por Jesús sobre el Amor. Llegado el momento, la porción de nuestro hermano siempre estará primero que la nuestra. E incluso hasta podemos llegar a quedarnos sin ella.
Aunque de niños no hayamos sabido esta Verdad, ahora como hijos de Dios la enseñemos y la practiquemos. La única porción verdadera es nuestra porción del Reino!
Éxodo 16:4
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira