Cuando escuchamos a un predicador hablar sobre un asunto que parece repetitivo, la primera reacción que tenemos es de una ligereza llamativa, en lugar de reflexionar acerca de lo que está ocurriendo.
Por qué el tema de un mensaje se repite y se vuelve a repetir en las predicaciones?
Dejando de lado las explicaciones simplistas debemos de entender que ese proceso tiene una explicación mucho más profunda que el frívolo gesto con el que manifestamos nuestra sorpresa.
Un domingo un predicador insistió ante la congregación acerca de la diferencia que había entre nuestros hechos y nuestras palabras. Cuando se percató de la actitud de algunos miembros, reaccionó.
Habló con más contundencia y reafirmando sus palabras. La repetición no es una cosa de hombres, sino del Espíritu que toca el corazón de los hombres!
Si se nos advierte de la necesidad de cuidar nuestros comportamientos, es porque hay algo que estamos haciendo mal. Esto llama a la reflexión individual y también como miembros de una iglesia.
Si estamos hablando del Amor, estamos procediendo con Amor?
Si estamos hablando de Misericordia, estamos obrando con Misericordia?
Las advertencias si se reiteran es porque tienen un trasfondo de preocupación del Espíritu, acerca de lo que estamos haciendo con nuestras vidas. Por eso las repeticiones que genera el Espíritu.
Sabemos que es muy fácil hacer determinadas afirmaciones. Lo verdaderamente difícil es cumplirlas y hacer que de ese cumplimiento, otras personas puedan ver a hijos de Dios comprometidos con la Palabra.
La ligereza con la que obramos en algunas ocasiones, se puede estar transformando en nuestra forma de vivir.
Que diría Jesús de nuestros hechos?
Efesios 4:17-18
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira