SÉPTIMO MILENIO: A PROPÓSITO DE ISRAEL

 

Jerusalem-Nos llama poderosamente la atención como la gran mayoría de los comentarios que se formulan con relación a Israel y el conflicto con la banda terrorista Hamás, no hacen mención a la verdadera cuestión de fondo.
Estamos convencidos que mientras no se tenga presente esta cuestión, no nos acercaremos a la visión que será la que ha prevalecido y prevalecerá con relación a Israel.
Lo anunciado en el quinto y último Libro de la Torá, en el Capítulo 6 versículo 4, que conocemos como el Shema:

Oye Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es.

Si quedara alguna mínima duda resulta indispensable la lectura de Deuteronomio Capítulo 7 del versículo 6 al 11.
Si la cuestión de Israel no se mira desde esta perspectiva, es inútil cualquier otra reflexión.
En estos días hemos leído una profecía hecha pública en el año 2007 con relación a Estados e Israel, por un pastor protestante.

Dice, más o menos textualmente, aclarando que se refiere a la Hoja de Ruta para la Paz:

Si los EE.UU. continuamos con este plan impío para destruir la tierra y las fronteras de Israel, experimentaremos:

1. Un ataque terrorista mucho mayor que el del 9.11,

2. Desastres naturales que producirán tanto daño que no habrá manera de reconstruir.

3. Graves problemas económicos y del mercado de stock

Dios va a levantar la protección de esta tierra y será el comienzo de la caída de América.

Nuestro Gobierno y otros gobiernos, necesitan entender las bendiciones y las maldiciones para los que ayudan o perjudican a Israel. La Hoja de Ruta para la paz es una hoja de ruta para los problemas.

Es evidente que de esta reflexión sobre una cuestión política, se desprende una profecía con un profundo contenido espiritual.

Reflexionemos pensando en el Libro de Génesis, Capítulo 12:

2 Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.
3 Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.

No olvidemos esta grandiosa promesa del Eterno. Siempre la debemos recordar los hombres y mujeres, que nos consideramos coherederos de esa promesa hecha a Abraham.

La cuestión de Israel, no es una cuestión de hombres. Es una cuestión del Eterno.

Oremos!

Diego Acosta

Deja una respuesta