MALDICIÓN

 

huracán

Hablar de las Bendiciones resulta siempre más grato y placentero. Me pregunto entonces: Por qué hablar de las maldiciones en forma reiterada? Estoy siendo advertido o estamos siendo advertidos?

La insistencia en este tema nos hace reflexionar acerca de las actitudes personales y de lo que significa su proyección sobre un país e incluso sobre un continente.

Vivimos los tiempos en donde parece que el hombre en la cumbre del humanismo, justifica todo y se justifica a sí mismo. Motivo por el que parece que los únicos límites que respetamos, son los difusos e imperceptibles que nosotros mismos nos trazamos.

El profeta Jeremías fue el encargado de anunciar al Líbano y en Basán, la palabra de Jehová.

Te he hablado en tus prosperidades,
mas dijiste: No oiré.
Este fue tu camino desde tu juventud,
Que nunca oíste mi voz.

Y en verdad en el mundo vivimos como si nunca hubiéramos oído la Palabra del Eterno!

Los motivos son tantos, personales y colectivos, que no nos atrevemos más que repetir lo que el Espíritu nos demanda. Es evidente que nuestro camino es opuesto al verdadero Camino y que nos alejamos de los designios del Señor.

Tal vez sea tiempo de mirar y escuchar lo que no nos gusta y centrarnos en escuchar la Palabra de Jehová. No importa si resulta perturbadora o molesta, la debemos escuchar porque es la Palabra de la Verdad.

Seamos sabios y reflexionemos sobre el por qué de las sentencias del Creador, para con algunas de sus criaturas. Vivamos tratando de no hacer nada que nos haga acreedores de ellas!

Jeremías 22:30

Diego Acosta
Música: Neide Ferreira

www.septimomilenio.com

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