Cuando pensamos en nuestra casa, pensamos que es el lugar en donde se desarrolla la vida de nuestra familia. Es para decirlo de una manera directa: Nuestro hogar.
Nos esmeramos para que luzca agradable, limpio y ordenado. Ese es uno de los principios con los que nos movemos diariamente y seguramente con el que enseñamos a nuestros hijos.
La casa es el lugar donde comenzamos a compartir nuestros sueños con nuestra esposa o con nuestro esposo, que van creciendo en la misma medida en que Dios nos hace el presente de nuestros hijos.
Por tanto, tiene para nuestra vida el sentido de que es lo que representa nuestra intimidad, el lugar donde deberíamos honrar al Señor, el lugar donde debemos agradecerle todo lo que somos y todo lo que nos ha dado.
Pero, guardamos nuestra casa?
Aclarando la pregunta se comprenderá mejor el sentido profundo de esta cuestión. Cada uno de nosotros, somos verdaderamente guardianes de nuestro hogar?
Oramos para guardarlo de los malos pensamientos, de las malas acciones, de las acechanzas del mundo, de la obra de maldad que nos rodea?
Cuánto tiempo dedicamos a preservar nuestra casa, para que verdaderamente sea un lugar de Honra al Señor?
En la Palabra de Dios se nos exhorta continuamente a que prestemos especial atención a esta cuestión. Para que cada uno de los miembros de nuestra familia, seamos respetuosos guardianes de lo que Dios nos ha dado.
Que cada uno cumpla su cometido!
Nehemías 7:3