En una acción contra la inmoralidad pública, se aludía con muy buen criterio a las llamadas “pequeñas corrupciones” que son los que muchos de nosotros cometemos diariamente.
Se hacía referencia a los usos cotidianos de esas cosas que con el paso del tiempo se van convirtiendo en normales, cuando verdaderamente no lo son y no tienen ninguna clase de justificativos.
Una de ellas, la que recordamos en este momento aludía a la compra de música de manera ilegal, pirata, para utilizar un término fácilmente reconocible.
Evidentemente son muchas las “pequeñas corrupciones” que cometemos a diario y es importante aludir a ellas, para poder hablar y tener la plena libertad de juzgar con severidad a la corrupción con mayúsculas.
Sin reconocer nuestros errores nunca podremos tener la autoridad moral para reclamar a los hombres públicos, la probidad de la que al parecer carecen.
Sin reconocer nuestros errores estamos corriendo el riesgo de ser juzgados con la misma vara con la que juzgamos.
Reclamar honradez en la vida pública, es quizás el más antiguo de los reclamos que se formula a los gobernantes.
Y reclamar la honradez cotidiana en las pequeñas cosas también debería ser una constante en nuestras propias vidas. Siendo nosotros mismos los primeros ejemplos.
La Biblia nos advierte acerca de la corrupción y no hace distinciones entre las “pequeñas” y las grandes, las privadas o las públicas. Simplemente menciona a la corrupción como un mal dominante del corazón humano.
Hagamos de la campaña contra la corrupción, nuestra propia campaña contra nuestra propia corrupción. Entonces y solo entonces, habremos comenzado a ganar la batalla contra los corruptos.
Gálatas 6:8
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira