Es propio de la naturaleza humana que reaccionemos malamente frente a algunas situaciones, que por injustas nos llevan a pensar en los impíos y en sus malas artes.
Esto es exactamente lo que ha venido ocurriendo donde vivo, con algunos vecinos que abusando de la buena voluntad de los demás, día tras día molestaban con sus hechos provocadores.
Lo cierto es que en algún momento hasta pensé en lo peor, que no es otra cosa que hacer justicia con mi propia mano.
Algo de lo que pronto me tuve que arrepentir, a partir del momento en que fui advertido de mi estado de ánimo, lleno de ira ante los atropellos, completamente injustificados.
Esa provocación constante me llevó a clamar por Justicia ante el Señor!
No fue la mano de otro hombre la que se abatiría sobre los impíos que nos mortificaban, violentando las normas de urbanidad y respeto que observamos.
La oración abrió el camino a la verdadera Justicia!
Cuanto más seria se volvía la situación, más orábamos. Hasta que un día algo cambió. La actitud desafiante de algunas personas fue severamente castigada por las autoridades.
Pero había otro problema pendiente, quizás el más grave y el que más nos afectaba. Seguí clamando por Justicia.
Y cuando la ostentación de incultura era casi insoportable, nuevamente llegó la Justicia, teniendo como instrumento a las autoridades que cumplieron con su deber de poner orden.
Nunca caigamos en la torpeza de buscar con nuestras manos la justicia.
La verdadera Justicia es del Eterno. Siempre!
Salmo 89:14
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira