ARREBATO

Dv4Nv14Algunos más, otros menos, pero todos estamos expuestos al arrebato, como reacción airada, ante algo que nos ofusca, nos perturba, nos afecta.

El arrebato es mucho mayor cuando somos acusados, criticados o agraviados injustificadamente. Entonces es cuando reaccionamos de una manera casi desproporcionada con relación al hecho inicial.

El arrebato nos lleva a la dolorosa situación de que hemos obrado de una manera airada, pero el problema que la provocó sigue vigente.

Si antes teníamos un problema, a partir del arrebato como forma de reacción, ahora tenemos dos problemas. Y lo que tal vez sea más grave aún, tal vez tengamos problema con la misma persona.

Como siempre la Palabra de Dios es nuestra mejor consejera, nuestra mejor ayuda, para mostrarnos aquello que hicimos mal y sobre todo para perdonar rápidamente el supuesto agravio y no dejar una brecha abierta al enemigo.

Nunca dejemos que un arrebato nos aparte del verdadero Camino, pues estamos corriendo el riesgo de que por una cuestión del momento o sin importancia, dejamos crecer la peligrosa raíz de amargura de la que nos advierte Pablo.

No en vano el enemigo de nuestra fe se aprovecha de estas circunstancias para obrar con rapidez y eficacia y sembrar la cizaña, más peligrosa si la razón está de nuestra parte.

Ante el arrebato: Oremos!

Pidamos perdón por la reacción inadecuada y guardemos nuestro corazón, para que no albergue ningún rencor, ni para que nuestra sensibilidad herida tenga tiempo de obrar.

El arrebato, no es de Dios!

Salmos 37:8

Diego Acosta
Música: Neide Ferreira

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