Cuando los ríos crecen por las grandes lluvias, se vuelven torrentosos y arrastran con su fuerza todo lo que encuentran a su paso.
Esta imagen que es enseñanza del ministerio de Jesús y sus ejemplos con la naturaleza, nos debería hacer reflexionar con relación a muchas de nuestras reacciones.
Se parecen a las aguas torrentosas que según van aumentando su volumen, tienen efectos más graves sobre las márgenes de los ríos que habitualmente discurren tranquilos y previsibles.
Que ocurre cuando los ríos se desbordan?
Todo es consecuencia del aumento de las aguas que va recogiendo, como consecuencia de grandes precipitaciones que aumentan su cauce hasta niveles desproporcionados.
Así nos pasa en algunos momentos. Vamos acumulando situaciones y un día nos convertimos en el río torrentoso que va arrastrando todo lo que encuentra a su paso.
Si es en la naturaleza los daños de las crecidas sueles ser muy graves e incluso para las personas mismas y sus bienes y los de la comunidad.
Si es en nuestro interior las crecidas sueles ser graves porque decimos cosas y tomamos actitudes que dañan a quienes nos rodean.
Donde comienza a obrar Dios?
Trayendo consuelo y ayudas inesperadas a quienes se vieron damnificados por las aguas turbulentas y dando sabiduría y comprensión a quienes se vieron afectados por nuestras reacciones.
Finalmente todo vuelve a su cauce, con daños y con lamentaciones, pero finalmente todo vuelve a la normalidad.
Ninguna fuerza de la naturaleza es superior al Poder del Eterno y ningún conflicto humano, es superior a su Misericordia.
Isaías 59:19
Diego Acosta
Neide Ferreira