Es probable que hayamos escuchado a alguien decir: Yo tengo mi propio criterio y me comporto de acuerdo a esos pensamientos.
Si esta persona fuera del mundo y siguiera sus modas o indicaciones, no habría mucho que objetar. Pero tratándose de alguien que se llama hijo de Dios, la cuestión cambia radicalmente.
Vivir las cosas de Dios según el criterio personal supone una declaración que además de sorprendente es peligrosa para quién lo proclama.
Las cuestiones de Dios, no son cuestiones de criterio, sino de obediencia!
La exaltación del hombre que formula el humanismo, ha teñido de un tono muy especial la relación entre los hombres y por lógica consecuencia a la relación de los hombres con Dios.
Podríamos decir que hemos hecho crecer a los hombres y hemos empequeñecido a Dios, como resultante de los criterios que empleamos para cumplir sus mandatos.
Suponemos que tenemos el derecho de hacer relativo todo lo que el Eterno ha establecido, según nuestro parecer y nuestro entender.
No sorprende entonces como los creyentes cambian de iglesia, para tratar de encontrar a quienes les digan lo que desean escuchar.
Así hemos transformado el tema del pecado, en un tema desagradable de comentar y poco propicio para una reunión dominical en la Iglesia.
Según este criterio, nos debemos reunir para adorar al Señor y para destacar todas las grandes promesas que nos ha hecho. De nuestras obligaciones, como ya las sabemos, no hace falta mencionarlas.
Tengamos cuidado con nuestro propio criterio, porque corremos el riesgo de agradarnos a nosotros mismos y provocar el desagrado de Dios.
Isaías 1:18-20
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira