RITMO
Y no os conforméis a este siglo; mas reformaos por la renovación de vuestro entendimiento, para que experimentéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Ro 12:2.
Siempre me ha gustado la música, y en un tiempo incluso fui buena en el baile, era capaz de seguir cualquier ritmo y me gustaban todos. Cada uno me hacía sentir algo diferente y por tanto lo expresaba de forma diferente, lo que sentía lo ejecutaba y había buena armonía. Me encantaba bailar y lo hacía siempre que podía. Pero he de reconocer que con el tiempo pareciera que mis pies se han atrofiado y no consigo seguir el ritmo como antes, incluso parece que mis pies van a un ritmo y mientras mi cuerpo va a otro.
Así me ocurre con las cosas del Señor, cuando le conocí me gustó todo lo que tenía que ver con Él, el ritmo que me marcaba, lo que me decía, lo que percibía, mis pies le seguían y todo mi cuerpo se iba detrás de mis pies había buena sintonía estaba armonizada, la relación era constante y fluida. No tenía necesidad de plantearme cómo hacerlo ni tenía que pensar mucho antes de hacer. Con el tiempo he perdido ritmo, mis pies no se mueven a la misma velocidad que mis pensamientos, mi corazón y mis pies van a un ritmo totalmente diferente, estoy…des- conjuntada, des-armonizada.
¿Te suena?
Aunque queramos aparentar otra cosa, lo cierto es que a los hijos de Dios nos suele pasar, a menudo perdemos el ritmo. Hoy es un buen momento para comenzar los ensayos de baile, tu pareja es Cristo, deja que sea Él el que marque el ritmo, déjate llevar. Si al principio eras capaz de hacerlo ¿porqué ahora no?, la única diferencia es que antes igual eras capaz de seguir ritmos más rápidos y que ahora tienes que escoger ritmos más lentos, antes hacías piruetas e incluso podías ser izada y volteada y ahora tienes que escoger ritmos con los cuales vayas siempre a ras de suelo.
Renuévame Señor Jesús.