El hecho sobrenatural de que siendo hijos de Dios vivamos en la Tierra, nos debería hacer reflexionar acerca de todo lo que nos ocurre viviendo de esta manera.
Estamos permanentemente desarrollando nuestra vida entre dos esferas contrapuestas: La esfera superior que corresponde al Reino y la esfera inferior que corresponde al mundo.
Por esta razón Jesús nos mandó a influir y nos alertó acerca de la posibilidad de ser influidos, para que no caigamos en los atractivos mundanos.
Para muchos de nosotros vivir según lo determina el mundo, tiene su fuerte atracción porque satisface plenamente ese componente de bajas pasiones que todos tenemos.
Nos seducen los logros del éxito, del dinero, de la fama y cuesta librarse de esos engañadores triunfos que algunas personas logran.
Pero caemos en el engaño de ignorar los altos precios que deben pagarse para los triunfos que se logran en el mundo.
Jesús nos alertó de los encantos del mundo y por esa razón pudo enfrentarse y vencer al enemigo, cuando fue tentado por sus encantos.
Es significativo que esto haya ocurrido en el desierto, donde se pierde la perspectiva y donde la realidad parece esfumarse y engañar a nuestros ojos.
Lo mismo nos ocurre cuando admiramos lo que nada tiene de admirable y cuando solo vemos lo que deseamos ver.
La Palabra de Dios nos advierte reiteradamente acerca de la fantasía y de sus innegables atractivos, pero también nos alerta acerca de las consecuencias de caer en los lazos de su seducción.
1 Corintios 6:12
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira