Luego de la masacre en Francia, se sigue argumentando a favor de quienes matan y virtualmente se ignora a las víctimas inocentes.
Parece no importar que los muertos solo cometieron el delito de satirizar lo satirizable, de ser un policía cumpliendo su deber o familias judías preparando su día sagrado.
Asombran los argumentos responsabilizando a los gobiernos por no haber sido capaces de integrar a los musulmanes en la sociedad de sus países.
Pensamos que una de las cuestiones fundamentales que se ignoran, está relacionada con la doble realidad que viven los musulmanes.
En Occidente les brindamos libertades de las que carecemos en sus países. Para explicarlo de otro modo: En Occidente les permitimos que puedan desarrollar su fe con absoluta libertad, incluyendo los lugares de culto.
Sin embargo en los países islámicos es imposible que haya lugares de culto que no sean musulmanes, se prohíbe la tenencia de la Biblia y se persigue a quienes son sospechados de no ser seguidores del Corán.
Los musulmanes reclaman en Occidente derechos que no se nos conceden en sus países. Mientras no prestemos atención a esta cuestión clave, todo lo demás será un intento de exhibir una tolerancia incompatible con la realidad.
En Occidente lamentamos a las víctimas inocentes del terrorismo musulmán. Y los musulmanes se alegran de esas muertes y llaman mártires a quienes las provocaron.
Incluso se llamará mártir a la niña de 10 años que provocó más de 20 muertos en un mercado de Nigeria. Es evidente que en los razonamientos de las democracias occidentales, hay algo que está fuera de contexto.
Cuánto más esperaremos para analizar con realismo lo que hasta ahora es un cruel espejismo!
Diego Acosta