Una cuestión esencial de nuestra vida como hijos de Dios, es mostrar con obras nuestra fe.
Es un mandato que recibimos para que nuestra fe no sea una fe muerta, sino que sea una fe capaz de actuar en cualquier circunstancia.
Estos pensamientos vienen a mi mente luego de ver como en la humildad más tremenda, se puede hacer lo que es uno de nuestros mandatos nás significativos.
Frente a tanta hipocresía disfrazada de grandes templos para honrar, supuestamente al Señor, es conmovedor ver como otros hombres dedican su esfuerzo a servir.
Quizás en esto radique la diferencia entre algunos hombres y otros.
Unos sirven y otros aspiran a ser servidos!
Unos sirven y otros se sirven!
No es nada agradable reflexionar sobre estas cuestiones, pero sí es estrictamente necesario si el Espíritu nos llama la atención sobre el tema.
Con verdadero temor y temblor hago un comentario sobre lo que otras personas hacen, admitiendo que precisamente por eso no soy mejor que nadie.
Lo importante es que cada uno debe recordar que un día estaremos solos frente al Todopoderoso, dando explicaciones en el Juicio de todo lo que hemos hecho…y de todo lo que dejamos de hacer.
Por eso la imagen de un bautismo en la más asombrosa humildad me alegra y me llena de aflicción pensando en mi responsabilidad personal.
Es evidente que no debemos buscar excusas para cumplir con el mandato de la Gran Comisión.
Es evidente que no podemos buscar excusas para llevar a otros por el Camino de la Salvación.
Colosenses 1:10
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira