LIMPIAR

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Un día de esos que forman parte de las semanas y los meses de nuestra vida, decidí limpiar un pequeño balcón que tiene la casa donde vivimos.

Hacía un cierto tiempo que venía postergando esta pequeña tarea, que precede al paso del invierno y la nieve, para dar lugar al rápido cambio de la primavera y luego el verano tan deseado.

Mientras hacía la pequeña limpieza advertí la alegría que me producía ver el buen aspecto que tomaba el balcón y lo grato que sería disfrutar de él, aseado y con bonitas plantas.

Como siempre ocurre el Espíritu se hizo presente para hacerme notar lo torpe que había sido al aplazar durante días y días esta limpieza.

No era algo fundamental, pero sí impostergable, a la luz de los resultados que tenía delante de mí. La limpieza había renovado esta parte de la casa que estaba abandonada.

En un sentido más profundo pensé en la limpieza de nuestro interior, cuántas veces la postergamos y qué necesaria que resulta.

Tal vez no tengamos grandes cosas que limpiar, pero sí muchas que deslucen nuestra vida y sobre todo, adectan nuestra relación personal con el Señor.

Así obra el Espíritu, primero nos inquieta con algo que aparentemente no tiene mucha importancia y luego nos deleita y exhorta con los resultados.

No posterguemos nunca lo que debemos LIMPIAR en el momento necesario. Por más que según nuestro concepto sea irrelevante.

La limpieza de nuestra vida interior comienza por pequeñas cosas y puede terminar con cosas que disgustan y ofenden al Eterno.

Salmo 119:9

Diego Acosta
Música: Neide Ferreira

www.septimomilenio.com

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