Si las palabras pudieran sintetizar el tiempo en que se utilizan, FÁCIL podría ejemplificar con mucho acierto el espíritu con el que se vive en estos días.
Deseamos que todo lo que hagamos nos demande el menor esfuerzo posible, desde el trabajo hasta los momentos de ocio.
La facilidad con que nos desplazamos nos ayuda a tomar decisiones hacia donde deseamos trasladarnos. Si existe alguna complicación, mejor descartarlo.
Del mismo modo ocurre con el esfuerzo diario para ganarnos el sustento. Tratamos de hacer lo menos posible y que todo nos resulte muy aliviado y con poca demanda de energía.
A nuestros hijos procuramos que todo les resulte agradable y les evitamos cualquier mínima cosa que se aproxime a la idea del compromiso.
Lo grave de todo esto que en nuestra vida personal, también buscamos lo fácil. En el matrimonio, en los afectos.
Del mismo modo llegamos finalmente a nuestra relación con Dios. Deseamos que se nos note lo menos posible, para que nada nos sea encargado y mucho menos demandado.
Nuestra relación con la congregación se establece según esa norma, poco y sencillo, escaso y reedituable, mínimo y descansado.
La cuestión es: Pensamos verdaderamente que la vida es FÁCIL?
Si lo creemos es evidente que estamos al borde del abismo y corremos un enorme riesgo de precipitarnos a un vacío tenebroso.
Servir no tiene nada de sencillo, ni tiene más compensaciones que la honra que concede únicamente el Señor.
Huyamos de lo FÁCIL y busquemos con empeño acercarnos a Dios!
2 Corintios 1:5
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira