FRASES HECHAS
En España nos gusta mucho hablar usando refranes, proverbios, frases hechas: Quien bien te quiere te hará llorar, quien a buen árbol se arrima buena sombra le cobija, quien tiene un amigo tiene un tesoro, y otras frases que han sido dichas por pensadores, filósofos, personajes famosos por sus ideas su forma de vivir o por sus creencias.
Esto también sucede con los cristianos, usamos mucho versículos para animar, para aconsejar, para exhortar, así que cuando nos encontramos con alguien que por algún motivo está desanimado le decimos “venga anímate, el gozo del Señor es tu fortaleza”. Si alguien nos dice que le han diagnosticado una enfermedad rápidamente le decimos “el Señor es tu sanador, ten fe”. Si una mujer viene a nosotros y nos dice mi esposo me es infiel, respuesta “tienes que perdonarle, si tu no perdonas Dios no te perdona a ti”. Si estás viviendo un duelo entonces las frases son “lo volverás a ver, ya llegó a la meta, Dios es tu consuelo”. Podría estar diciendo frases y más frases pero no tengo intención de hacerlo solo he querido poner algunos ejemplos.
¿Quién bien te quiere te hará llorar? Pues eso no es un consuelo. Pero no es mejor decir si tu esposo o tu esposa te ha sido infiel tienes que perdonarle porque sino… lo siento. Tenemos que dejar de ser loros, tenemos que dejar de repetir frases que son solo eso frases, pero que no ayudan a nada. Cuando has perdido, has sido maltratada o maltratado, has sido violada, cuando has sido abandonado o abandonada, cuando te ha pasado algo dramático, algo doloroso, tu sabes todas esas frases, todos los refranes, todos los versículos pero eso no sirve de mucho algunas veces sabiendo lo que te van a decir. Ya ni hablas, te callas, evitas decir nada porque llegas a percibir como un reproche. Yo viví una experiencia y quería hablar, necesitaba hablar de ello, sabía que el que me escuchaba no podía hacer nada, no iba a cambiar nada pero necesitaba ser escuchada. Llegué a escuchar como la persona en cuestión decía “no habla de otra cosa, siempre está hablando de lo mismo, es un poco violento encontrarla”.
Una persona necesita ser escuchada, necesita desahogarse, necesita llorar, necesita hablar de las dudas, de los miedos, de la desesperación. Cuando hablas sacas el dolor hacía fuera y entonces es como si por un momento la herida dejara de sangrar o de doler. Aunque en el minuto siguiente te vuelva a doler.
Entonces ¿qué haremos? Si no sabemos qué decir callemos, escuchemos, abracemos y sobre todo seamos una Valija Real. Recojamos el asunto guardémoslo bajo llave y solo lo abriremos en la presencia del que mejor nos puede aconsejar o darnos la palabra adecuada, el aliento, el ánimo, el abrazo. Llévalo ante Dios.
Santiago 1:5