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Con demasiada frecuencia advertimos que tenemos en nuestro ánimo una profunda decepción, como si comprobáramos que nada es como deseamos que sea.

Ese desasosiego está vinculado especialmente con nuestra vida de creyentes, al confrontar lo que pensamos con lo que ocurre cotidianamente.

Incluso en nuestra vida personal es probable que afrontemos un día tras otro, acumulación de problemas o de situaciones que nos dejan un amargo balance al cabo de un tiempo.

Por qué nos ocurre esto?

Creemos porque cometemos un ERROR fundamental: No valoramos en su justa medida lo que nos ha dejado Jesús como enseñanza.

Nos detenemos en sus promesas y nos aferramos a ellas. Y está bien que lo hagamos, pero lo que es incorrecto es no valorar TODO el mensaje del Hijo del Hombre.

Si verdaderamente tuviéramos en cuenta todo lo que nos ha dejado como legado en su ministerio terrenal, comenzaríamos a comprender la magnitud de nuestra equivocación.

Se nos ha prometido una vida sin problemas, de resonantes éxitos?

De manera ninguna!

Jesús nos advirtió que nuestro tiempo en la Tierra no sería un jolgorio. Por qué? Seguramente porque si la vida fuera una fiesta continua, nunca podríamos llorar con el que llora, porque no lo comprenderíamos.

Solamente el que sufre conoce el dolor, el que tiene heridas sabe lo que es estar lacerado y el que tiene penas, sabe lo que es la tragedia.

No caigamos más en el ERROR de creer que nuestra vida será plácida y placentera. Si fuera así, nos acomodaríamos rápidamente a vivir como quiere el mundo que vivamos.

Juan 16:33

Diego Acosta
Música: Neide Ferreira

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