SERVICIO

jubil
Un hermano que se había jubilado hacía algunos meses, me comentó que estaba desencantado por como vivía, porque se sentía inútil, fuera de lugar en su casa y con el tiempo disponible sin saber qué hacer.

Con la Sabiduría que concede el Espíritu le comenté: Por qué no va a la iglesia y en lugar de estar en su casa la tiene abierta todos los días?

Un tiempo después lo encontré y me alegró verlo contento y entusiasmado. El pastor le había dado la llave de la iglesia y ahora la abría todos los días.

Al principio estaba solo, pero poco a poco fueron entrando personas que se extrañaban de que las puertas dejaron de estar cerradas durante la semana.

Un día llegó otro jubilado igual que él y pronto se sumaron otros hombres y también algunas mujeres, con quienes departían y comenzaron a leer la Biblia.

El hermano en su entusiasmo desbordante quiso agradecerme el consejo a lo que le respondí, que al único a quién debía agradecer era al Señor, por la oportunidad que le había dado.

En los momentos de incertidumbre, me anima recordar a este hermano, que en el momento en el que él había creído que todo estaba terminado, el Señor le había dado el mejor de los trabajos: Servirle!

En poco tiempo la iglesia creció de forma inusitada, porque a los mayores se sumaron jóvenes que descubrieron que el lugar de culto, era un bueno para estudiar y para tener momentos de tranquilidad.

Estemos atentos: Dios siempre precisa de corazones dispuestos para servirle!

Isaías 6:8

Diego Acosta
Música: Neide Ferreira

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