DESTRUCCIÓN

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Se puede levantar un edificio de fe destruyendo lo que representa ese valor espiritual?

Esta pregunta tiene un profundo significado, puesto que está relacionada con las acciones de seguidores de una confesión, que destruyen las antiguas imágenes de sus dioses.

Desde una mezquina perspectiva personal y colectiva, podríamos afirmar que esa cuestión lejos de preocuparnos debería alegrarnos.

Podría interpretarse que es bueno que quienes no tienen nuestras mismas creencias, destruyan los símbolos de las propias.

Pero, lo que nos debería hacer reflexionar es la cuestión de la destrucción de esos símbolos y la pasividad de quienes compartiendo su valor, no hacen público su desacuerdo.

Esto es lo que debería preocuparnos, porque esa irreflexiva actitud de destruir es compartida por omisión, por quienes deberían condenarla.

No nos podemos imaginar que los cristianos quemáramos nuestras Biblias, porque representaría que estamos eliminando la esencia misma de nuestra creencia.

Estaríamos renegando de la Palabra que reconocemos que es la del Dios en el cuál creemos y por tanto estaríamos destruyendo la Memoria de nuestra fe.

Jesús nos enseñó que no hay nada más valioso que la vida y por eso debemos amar al prójimo y aún a nuestros enemigos.

Esa destrucción y el silencio que la acompaña, nos debería llamar la atención acerca de cómo se comportan quienes tienen una fe distinta de la nuestra.

Nos debería llamar la atención sobre quienes se declaran nuestros enemigos y del valor que le conceden a la propia vida y la que le otorgan a las de los demás.

Estamos advertidos. Estamos recibiendo otra señal, que nos puede estar indicando el comienzo del fin.

Mateo 24:37-39

Diego Acosta
Música: Neide Ferreira

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