Los episodios que tronchan la vida de decenas de personas, son altamente impactantes y conmovedores, revelando múltiples dramas personales.
Estos hechos nos deberían hacer reflexionar sobre la vida, sobre todo aquello que supera la capacidad humana de decisión.
Algunas personas lo atribuyen al destino, otras a la buena o mala suerte, otras al infortunio ciego que no distingue ni siquiera a los niños.
Pero haciendo abstracción de todo lo que no entendemos o del dolor que podamos compartir, debemos de pensar en nosotros mismos.
No como un acto de egoísmo, sino como un acto de realismo para recuperar la plena conciencia de que nuestra vida y la de todas las personas, tiene un término.
Todos tenemos un final para nuestra vida terrenal, que a algunos les llega muy rápidamente y a otros al cabo de muchos años.
Lo importante es saber que hicimos en los años que nos fueron concedidos por el Eterno. Como utilizamos este tiempo que es la mayor posesión de los humanos.
Si la tragedia colectiva nos conmueve, pensemos en lo que podamos llegar a valorar nuestra propia vida. Será buena o será una tragedia.
Hicimos lo bueno o hicimos lo malo?
Estuvimos prontos a ser solidarios, a servir al prójimo o solamente nos servimos a nosotros mismos? De la naturaleza de estas respuestas, será probablemente el resultado en el Día del Juicio.
Oremos por Misericordia para quienes han perdido a sus amados en una tragedia!
Y oremos también por nosotros mismos!
Isaías 26:9
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira
