Qué hermoso resulta ver un corazón generoso!
Además de hermoso es también altamente ejemplar, porque nos enseña como es verdaderamente la vida de quienes nos llamamos hijos de Dios.
Cuando damos de lo que tenemos, estamos abriendo nuestras manos y también nuestro convencimiento de que el Señor es nuestro Proveedor.
No nos duele lo que le damos a otro o a otros, porque sabemos que aquello de lo que nos hemos desprendido le es bueno y les resulta de utilidad.
No nos aferramos a algo que nos puede gustar y mucho, pero sabemos que a pesar de ello, le puede resultar conveniente a otra persona.
Un corazón generoso entrega de lo que tiene y no de lo que le sobra!
Esta enseñanza es fundamental para crecer en nuestra vida cristiana, como nos demanda Pablo.
Si no somos capaces de entender esta realidad, difícilmente seremos capaces de crecer en la dirección correcta.
Cuando comprobamos que alguien próximo nos hace objeto de su buen corazón, no solamente nos alegra sino que nos enseña.
Cuántas veces cerramos nuestras manos pensando que aquello que le podríamos dar a otra persona, nos resulta una muy agradable posesión.
Nos aferramos al placer que nos produce alguna pertenencia sin pensar, que lo que es bueno para nosotros, puede resultar imprescindible para otros.
Un corazón generoso es un corazón que agrada al Todopoderoso. Un corazón generoso puede transformar una vida, en la misma medida en que crecer su propia vida.
Si confiamos en el Señor, si verdaderamente creemos que ÉL es el Proveedor, abandonemos la miseria de las manos cerradas.
Seamos generosos, pero de corazón!
Isaías 32:8
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira