El HELIÓGRAFO
Y la tierra estaba desordenada y vacía y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo y el Espíritu de Dios estaba sobre la faz de las aguas. Y dijo Dios: sea la luz y fue la luz.
Así dice en el libro de Génesis capitulo 1 versículos 2 y 3.
Primero Dios creó los cielos y la tierra e inmediatamente después creó la luz.
La palabra luz según el diccionario de la Real Academia tiene varios significados pero yo he escogido tres que me parecen interesantes y a tener en cuenta para los hijos de Dios.
El primero es: Agente físico que hace visibles los objetos.
Segundo:
Claridad que irradian los cuerpos en combustión, ignición o incandescencia.
Y tercero: Modelo, persona o cosa, capaz de ilustrar y guiar.
Jesús dijo de nosotros los que le seguimos: Vosotros sois la luz del mundo.
Me pareció interesante comenzar ésta reflexión dando estos datos, porque hace unos días escuchando un programa oí hablar de un aparato del que yo no había escuchado hablar nunca: el Heliógrafo. Y la explicación que dieron de lo que es ese aparato usado en meteorología me pareció muy interesante.
Es un instrumento que se utiliza para medir las horas de sol en un período de un día. Consiste en una esfera de cristal la cual juega el papel de lente concentradora de la luz solar que es concentrada y proyectada a una cartulina en su parte inferior. La cartulina se quema de acuerdo a la intensidad de la luz.
Así que comencé a pensar en mi vida: Al principio todo estaba desordenado, estaba vacía y las tinieblas llenaban mi corazón. Dios trajo esa convicción a mí. Hasta allí yo había deambulado por mi vida sin tener el control de ella. Al ser consciente de esto Dios me dio luz. La luz de Jesucristo se encendió en mi corazón y entonces a partir de este momento comenzó toda una transformación en mí; la luz de Jesús comenzó a hacer visibles todas las áreas de mi vida en tinieblas, pero hizo algo más, comenzó a encenderse mi corazón de amor a arder de pasión por hacer su voluntad y agradarle; a querer, a querer alumbrar a otros y que otros pudieran arder.
Decían los dos discípulos que iban por el camino de Emaús ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino y cuando nos abría las escrituras?
Lo podemos leer en el libro de Lucas capítulo 24 versículo 32. Su palabra, la palabra de Dios es luz que disipa las tinieblas yo deseo ser ese modelo de persona capaz de reflejar la luz de Cristo, la verdad es que no siempre arde mi corazón con la intensidad y con esa pasión que lo hacía al principio
Sé que tengo que esforzarme, no pueden haber tinieblas en mí y en ocasiones las hay, no puedo dejar de alumbrar para que otros vean el camino, tengo que arder de pasión. Meditando en ello se entristeció mi corazón ¿y si el Señor, heliógrafo en mano mide cuantas horas de luz soy a lo largo del día? ¿Cuánta luz de Cristo concentro en mi vida de forma que proyectada sobre otros pueden arder? ¿Hay intensidad en mí del amor de Cristo por las almas perdidas? ¿Se quema mi corazón de amor por aquel que dio su vida por mí?
Es bueno que le pidamos al Señor: ¡¡Señor quiero ser una herramienta útil en Tus manos Señor!! ¡¡Quiero ser luz, quiero arder, quiero vivir apasionadamente y no por momentos Señor!!
!No cuando a mí me viene bien, quiero reflejar tu luz siempre!.
Mateo 5: 14 al 16
Lourdes Diaz