Un joven hermano se mostraba casi aterrorizado por todo lo que ocurre en el mundo. Por todo lo que sabemos y también por lo que nos podemos imaginar y que ignoramos.
Se preguntaba y nos preguntaba, que podíamos hacer ante tanta maldad?
La desesperanza lo dominaba a pesar de saber que Dios está en el control de todas las cosas, a pesar de saber que nada ocurre sin su conocimiento.
Le explicamos que todo lo que ocurría era producto del pecado de los hombres, de nuestros propios pecados, de nuestras iniquidades.
Esto no le bastó al joven que seguía argumentando acerca del mal en el mundo, afirmando que le preocupaba que sus pequeños hijos pudieran tener el futuro que era más o menos previsible.
En este punto pedimos Sabiduría de lo Alto, porque es la clásica situación en la que una persona puede perder el rumbo si se abandona al miedo y deja de confiar en todo lo que ha aprendido sobre Jesús.
La cuestión no es abandonarse ni aceptar con fatalismo lo que ocurre!
Ni una cosa ni la otra, son una salida para quienes nos llamamos hijos de Dios. Todos sabemos que tenemos instrumentos para clamar por Misericordia y para confiar en ella.
En medio de esta reunión cuyo clima es fácilmente imaginable, una hermana con una larga vida dedicada al Señor dijo: ORAD…DESESPERADAMENTE!
El corazón de Dios escuchará nuestra súplica, reconocerá nuestra debilidad y nos hará sentir su Amor!
Si no oramos, si solamente nos dedicamos a lamentarnos, nada ocurrirá! La maldad se vence con la Oración!
Salmo 34:21-22
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira