La extraordinaria repercusión que ha provocado la investigación sobre los manejos corruptos de uno de los deportes más populares del mundo, debe llamarnos a la reflexión.
No pretendemos hablar de deportes.
Pretendemos hablar de lo que significa la corrupción en todos los órdenes de la vida, desde lo personal hasta lo que nos concierne como partes de la sociedad ahora global.
Muchas veces hemos pensado cuanto tardaría que llegara la justicia de los hombres a investigar algunas de las prácticas, que eran notorias pero silenciadas una y otra vez, tal vez por el poderío de los intereses que están envueltos en torno a un deporte espectáculo.
Si esto nos escandaliza, resulta un paso alentador!
Tal vez estemos yendo en la dirección correcta para entender como es la naturaleza humana, como es de corrupto nuestro corazón.
Desde este principio es posible entender como obramos con relación a otras formas de corrupción, que muchos vislumbramos, pero que nos resulta imposible denunciar a falta de pruebas categóricas.
Así es de sorprendente la justicia de los hombres: Por denunciar una práctica corrupta, podemos ser sancionados por levantar cargos contra personas que mientras no se demuestre lo contrario, son inocentes.
No basta con advertir la vida espléndida y ostentosa que asumen, ni las abiertas demostraciones de poder. NO basta eso. Pero para no caer en el fatalismo y menos en el desánimo personal, debemos recordar lo que la Biblia nos reitera: NADA PERMANECERÁ OCULTO!
Por muy poderosos que se crean algunos hombres, sus iniquidades finalmente saldrán a la luz y entonces, quienes somos parte de la sociedad tendremos oportunidad de comprobar sus manejos, su desprecio total por aquellos que no son como ellos.
El caso de la FIFA, nos debe hacer reflexionar, sin entrar en los detalles que lo rodean. Por muy espectaculares que resulten.
La corrupción pública quedará un día expuesta ante los hombres.
La corrupción personal, quedará un día expuesta ante Dios.
Diego Acosta
