En algunas ocasiones muy especiales la manifestación de una comunión unánime la establecemos mediante nuestro amén.
Es decir, declaramos que estamos de acuerdo frente a algo que ha sido manifestado o frente a algo que deba realizarse.
Cuando esto ocurre debemos reparar en algo muy singular: En muchas ocasiones podemos concordar con personas que ni siquiera conocemos.
En otras, mediando el conocimiento, no tiene que haber necesariamente ni siquiera amistad. Por esto es tan importante la cuestión de concordar.
Bien podríamos decir que se trata de una manifestación superior del obrar del Espíritu, para llevarnos a la unidad que solo se consigue en determinadas circunstancias.
En esto pensaba cuando en una reunión el Poder del Espíritu Santo se manifestó tan categóricamente, que personas que no nos habíamos visto nunca, coincidimos en mostrar nuestra aprobación ante una propuesta de oración.
Por sorprendente que resulte, esa concordancia no fue fruto de un momento de emoción o de sentimientos exacerbados.
Fue producto de la obra del Espíritu que nos llevó a percibir que había algo que no entendíamos, que había algo que no sabíamos que era, pero que nos llevó a obrar en comunión.
Vivir así, es todo un privilegio que agradezco y que debemos agradecer porque significa que somos capaces de percibir la existencia de algo superior a nosotros mismos, que produce momentos maravillosos.
La concordancia puede abrir caminos llenos de sorpresas y con los compañeros más inesperados. Por eso debemos de ser sabios y dejar que el Espíritu pueda moverse con total libertad.
Solo así será posible interpretar los grandes interrogantes que nos plantea la Palabra de Dios.
Amós 3:3
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira