TRAICIÓN

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Cuando utilizamos la palabra traición, la primera asociación que formulamos en nuestra mente, es con la persona de Judas Iscariote.

Él simboliza al traidor de una manera definitiva, no porque haya sido el primero ni el último, sino porque traicionó al Hijo del Hombre!

Siendo Judas el prototipo del traidor, podemos imaginar muchas formas de ser como él, pero hay una de la que difícilmente hagamos memoria.

Se trata de la traición, que nos hacemos a nosotros mismos!

Debo confesar que cuando esta revelación vino a mi vida, me conmocionó de tal manera que estuve varios días sin capacidad de reacción.

Sin nada que lo evidenciara, viví un cierto tiempo bajo la certeza de que esta forma de revelarse del Espíritu, tenía un fuerte mensaje de advertencia.

Traicionarme a mí mismo?

Como era posible que ocurriera una cosa semejante?

Pero los días trajeron un poco de tranquilidad y eso dio lugar a la reflexión más atinada, tratando de llegar al fondo de esta cuestión tan impresionante para mí.

Si verdaderamente quería saber cuándo me traicioné, debía recordar el primer día que traicioné a Jesús. De qué manera: Cediendo al impulso de callarme cuando debí hablar de ÉL.

Y desde ese día cuántas veces lo traicioné para dejar más o menos tranquilo a esa parte inferior que los hombres tenemos y que llamamos genéricamente…temor al ridículo.

Que terrible traición a Jesús: Negarlo por temor a lo que piensen otros hombres de mi mí!

Desde el momento en que fui consciente de esta brutal forma de comportarme, lucho contra mí naturaleza, para que no haya más traiciones.

Lucas 22:47-48

Diego Acosta
Música: Neide Ferreira

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