Recuerdo que cuando era niño esta frase se escuchaba más o menos corrientemente, al punto que aún con el paso de los años no he conseguido olvidarla.
También recuerdo las dificultades de mi abuela para intentar explicar a un niño esta afirmación de mayores y por cierto no de todos los mayores, lo que complicaba todavía más la enseñanza.
Con el tiempo la frase se minimizó y quedó en tanto…tanto… pero quería decir exactamente lo mismo y evidentemente aludía a la situación económica de las personas.
En el colegio público donde estudiaba la frase también se escuchaba porque marcaba la diferencia que existía entre algunos alumnos y otros, lo que planteaba una marginación muy evidente.
Con esa frase fuimos haciéndonos mayores y pronto pudimos comprender por nosotros mismos lo que significaba tanto…tanto… y lo que pudimos saber no nos gustó nada.
En aquella época todavía no éramos hijos del Señor pero sentíamos que la marginación por las cuestiones económicas no era buena, porque el dinero así como viene se puede ir. Como ocurrió en mi casa, por ejemplo.
Quién tenga dinero, que agradezca y quién no lo tenga, que agradezca también, porque de ninguna manera el dinero puede ser el centro de nuestra vida. Solamente y únicamente Dios es lo importante.
Salmos 39:6
Diego Acosta García