En una reunión se originó un gran debate, cuando alguien afirmó que se sentía abatido por todo lo que veía y de cómo el mal estaba prevalenciendo en el mundo.
Inmediatamente varios reaccionamos para afirmar que esa postura era poco edificante y otros para llegar más lejos todavía: Que era indigna de una persona que se llamaba creyente.
En ese tono debatimos acerca de la eterna lucha entre el bien y el mal y de como siempre había prevalecido el Bien. No obstante los argumentos siguieron subiendo de tono.
Pero, cuando prevaleció la sensatez y poco a poco los ánimos se fueron calmando, por fin llegó el momento del debate sereno acerca de una cuestión tan importante.
Quién había afirmado que se sentía abatido rectificó su posición y admitió que se trataba de un mal momento personal pero que estaba absolutamente convencido del triunfo final de Dios.
Mencionamos el Libro de la Victoria o lo que es lo mismo, el Libro de Apocalipsis, cuando finalmente se produce el Segundo Advenimiento y Cristo establece el Reino.
En el final, todos los que participamos de la reunión, nos sentimos un tanto abochornados por la forma en que habíamos actuado y mutuamente nos pedimos disculpas.
Pero hubo una coincidencia generalizada: Que el apasionamiento que habíamos demostrado revelaba que estábamos dispuestos a extender el Reino y convencidos del triunfo del Bien sobre el mal.
Proverbios 11:21
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira