En una oportunidad una hermana preguntó: Qué diferencia hay entre aceptar y conformarse? Ella pensaba que eran casi la misma cosa.
Sin embargo hay una gran diferencia a la hora de enfrentar situaciones personales. Quién se conforma se mimetiza con las cosas del mundo, porque las comprende y porque además pueden parecerle buenas.
Por esa razón Pablo nos advierte que no nos conformemos a las cosas del mundo, porque así como un día nos conformamos con lo bueno otro día podríamos conformarnos con lo malo.
Somos exhortados a cambiar nuestra mente y a no conformarnos con las cosas del mundo. Esto es evidentemente muy diferente a aceptar, porque aceptar implica una actitud de obediencia.
En este punto la hermana creyó haber interpretado la diferencia y dijo que a ella le parecía bien aceptar todo lo que el Señor disponía para su vida y que además lo agradecía.
Entonces le preguntamos: Y si lo que Dios manda no nos agrada o no es lo que queríamos, como reaccionamos? Ella dudó y entonces le comentamos que ese era el verdadero fondo de la cuestión.
Debemos aceptar con obediencia todo. Lo que nos hace saltar de alegría y lo que nos desagrada. Sabiendo que todo lo que Dios dispone, siempre será mejor que lo que nosotros creíamos que era muy bueno.
Juan 18:11
Diego Acosta García