Conversando con un hermano que está viviendo una difícil situación personal, comentaba que en tiempos como estos lo único que se debe hacer es no rendirse.
En ese contexto hablaba de su actitud personal ante la adversidad, es decir no entregarse ni al desánimo ni a la apatía, que se podrían justificar plenamente vistas las circunstancias.
Por qué no debemos rendirnos? Esta era la cuestión que se planteaba y afirmaba que él comprendió más que nunca que en la hora de la vicisitud es cuando más nos debemos acercar a Dios.
Esa era la clave para afrontar cualquier situación en la que pensamos que hemos llegado al límite de nuestras fuerzas y cuando comenzamos a dudar acerca de los propósitos del Señor para nuestras vidas.
En cada situación, en cada momento de lucha por difícil y hasta penoso que resulte, siempre encontraremos las razones del Eterno para guiarnos hacia nuevos caminos.
Es en esos momentos cuando no comprendemos lo que está ocurriendo, ni con nuestra vida ni con nuestro llamado ministerial, es cuando debemos apelar sin ninguna clase de reservar a nuestro Creador.
Cuando actuamos de esta manera advertimos que por grande que sea la dificultad, mayor es nuestro Dios y mayor es su Poder frente a cualquier tipo de acechanza.
No nos soltemos de la mano del Señor en ninguna circunstancia, porque aferrados de su mano podremos avanzar aún cuando pensemos que estamos yendo hacia atrás. No lo olvidemos!.
Salmos 9:10
Diego Acosta García