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La Argentina vive como país una de las situaciones más graves de su historia. Un atentado contra AMIA – Asociación Mutual Israelí Argentina – dejó como brutal consecuencia 86 muertos y más de 300 heridos graves.
La impunidad de los autores abochorna a la Justicia y al país, que sigue exhibiendo su lado más oscuro. La comunidad judía en Argentina alcanza a 300 mil personas y es la segunda en importancia en América, luego de Estados Unidos.
Los pedidos de Justicia son múltiples, pero las respuestas colocan en la encrucijada de la duda a quienes deben cumplirla y ejecutarla. Por añadidura un gobierno del país, intentó suscribir un convenio con Irán para esclarecer el atentado, siendo que varios de los acusados pertenecen a las jerarquías de esa nación.
Es posible imaginar que un Estado juzgará a alguna de sus miembros, en un hecho ocurrido a miles de kilómetros de distancia?
Al bochorno se le sumó la insensatez.
En el año 2004 la investigación fue anulada, el juez que la realizaba fue destituido por mal desempeño y los acusados fueron liberados. Tras otros intentos, la causa sigue a cero, los culpables en libertad.
Los siguientes episodios de la historia, siguen en la línea del asombro. El 14 de enero de 2015 el fiscal Nisman acusó a la presidente por aquel entonces, a varios funcionarios y dirigentes, de ser autores y cómplices de encubrimiento agravado de los acusados iraníes.
Cinco días más tarde el fiscal apareció muerto con un tiro en la cabeza. Este caso, sigue sin resolverse. El atentado y la tragedia que provocó, sigue enlutando a la Argentina. Y a su Justicia.
Diego Acosta
