La historia de las dos mujeres de Elcana es conmovedora. Una le dio muchos hijos a su marido, la otra no. El hombre honraba a la madre de sus hijos pero era especialmente cuidadoso con Ana, que no los tenía.
La mujer madre era la segunda esposa de Elcana quién es probable que se hubiera casado con ella a causa de que Ana no le daba descendencia.
Las ofrendas que Elcana hacía en Silo a Jehová eran en cumplimiento de lo establecido para que los judíos honraran al Creador.
La mujer que tenía hijos dice la Biblia que tronaba contra Ana, entendiéndose por esta expresión que la irritaba a causa de su esterilidad.
La situación era tan difícil como comprensible para una mujer que formaba parte de una sociedad donde la falta de hijos era motivo de críticas y también de duras formas de hostigarlas.
Ana en su desesperación se irritaba pero oraba constantemente a Jehová por su situación. Incluso llegó a orar delante del sumo sacerdorte, quién al verla orar en silencio pensó que estaba ebria.
Ana le dijo que no, sino que estaba orando en silencio. Elí, al ver su congoja y comprobar su fe, tuvo palabras de aliento que resultaron finalmente proféticas para ella.
Ana dijo: Yo soy una mujer atribulada por el espíritu y he derramado mi alma delante de Jehová. Toda una lección de fe de una mujer que en una instancia tan dolorosa de su vida no se rebelaba contra Jehová sino que imploraba su Misericordia.
Oremos como Ana, pensando que el fruto de su oración fue el profeta Samuel.
1 Samuel 1:17-18
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira