Debo reconocer que pertenezco al grupo de personas que lee la Biblia, según un modelo de conveniencia e interés, desechando lo que no me gusta.
Esta diferencia, entre lo que me interesa y lo que no me gusta, podría interpretarse como una forma de rebelión contra el Poder del Eterno.
En realidad, creo que no se trata de rebeldía, se trata de leer interesadamente la Palabra de Dios, para acogerme a lo que me resulta bueno y para distanciarme de las obligaciones que establece.
De todas maneras este enfoque distorsionado de la realidad, en nada contribuye para buscar el Camino de la Perfección, que es el Camino del Señor.
Pensaba en todo esto, cuando reparé en algo que a pesar de las veces que lo había leído, nunca lo había tomado en su verdadera dimensión.
Jesús estableció que NO debemos estar ansiosos!
Pero es un mandato?
Absolutamente.
Es un mandato que no caigamos en el peligroso torbellino de la ansiedad, pues no solo que nos perjudica como personas, sino que nos aleja del propio Hijo de Dios.
Por qué entonces estoy ansioso?
Simplemente porque es una categórica demostración de la distorsión que tengo con relación a mi vida y a mis prioridades.
No solo me pongo ansioso por mi escasa o pobre confianza en el Soberano. Me pongo ansioso porque pretendo cosas que están alejadas del Propósito de Dios para mi vida.
Si en lugar de buscar lo que considero mi sitio en el mundo, buscara el Reino de Dios, encontraría la Justicia, que es la Única Verdad y la Única forma de vivir en paz y en armonía, en un sentido superior.
Mateo 6:34
Diego Acosta/ Neide Ferreira